LA FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS

Esta fiesta es un homenaje a la convivencia entre culturas con sus grandes o pequeñas diferencias; se compone de distintos actos: las entradas o desfiles, las embajadas y la procesión del patrón de la ciudad correspondiente.

Pareciera que nuestro sistema no es débil, que nuestra situación no es difícil, que no se ha perdido la verdad, que las relaciones no están resquebrajadas, que no hubiera guerra de civilizaciones ni fanáticos que den rienda suelta a sus delirios con palabras y actos. Esta fiesta es la muestra de que necesitamos avanzar, buscar mensajes no polémicos y dar de lado a los que intentan complicar aún más las cosas. A todos nos gustan estas manifestaciones de identidad cultural y este sábado en Alagón hubo buena interpretación y buen ambiente entre los ciudadanos de esta villa y los foráneos porque también son muchos los inmigrantes que se han instalado en la zona que se acercaron para ver el desfile y disfrutar de la noche; se impone una necesidad en forma de caminos adecuados, comprensión y un poco de serenidad.

Los participantes se dividen en dos bandas: moros y cristianos, todos ellos vestidos según la época medieval de cada cultura.

A fin de no herir sensibilidades ni ofender a ninguna comunidad estas fiestas no hacen daño, no hay vencedores ni vencidos, reina la buena armonía, elude conflictos interculturales y carece de elementos insultantes. Hay dos facciones del pueblo y cada bando intenta convencer al otro de que se rinda y como curiosidad hay más gente que quiere “vestirse de moro” porque pertenecer a la tropa de la media luna es un orgullo lo mismo que en el pasado pertenecer a ricos o a trabajadores era algo que se remontaba a los orígenes de la fiesta ya que cada uno se apuntaba a un gremio dependiendo de su actividad laboral.

Los trajes que os presento muestran la ornamentación de fantasía, riqueza de colorido, lujo en vestidos, diademas y demás aderezos, indumentaria a la que no falta las finas y vaporosas gasas, broches, brocados, hebillas, insignias, agujas de banda con filigranas, lentejuelas y tiaras con perlas, estos son los detalles que vimos los espectadores con atenta mirada cuando nos congregamos en las calles o nos sentamos en terrazas este fin de semana en la villa de Alagón, población a 25 kms. de Zaragoza, hermanada desde hace mucho tiempo con Sax, otra localidad de la provincia de Alicante pues ya sabemos que esta atracción popular entre castillos y atalayas adquiere grandes dimensiones en el Levante español. En Alagón pudimos ver la iglesia mudéjar de San Pedro la cual ocupa el solar sobre el que se erigía la antigua mezquita.
Las comparsas llamadas filada o cabila son sociedades que se forman para participar en la recreación de luchas y batallas, sus componentes se organizan en escuadras o peñas.

En la batalla final se producen disparos de arcabuces, espingardas y trabucos. Al frente, dirigiendo al grupo, un capitán.

Entre los nombres de las comparsas cristianas están: Fontanos, Navarros, Almogávares, Cruzados, Andaluces, Labradores, Caballeros del Cid, etc.
Entre los nombres de las comparsas moras están: Almorávides, Almohades, Beduinos, Sauditas, Bereberes, Judíos, Abenzoares, Tuaregs, etc.

La música que acompaña al grupo moro son marchas, estas regulan el paso de cierto número de personas, una muy conocida es "A Ben-Amet" del alcoyano Antonio Pérez y en el grupo cristiano, la marcha es un pasodoble o “paso-doble” festero como “Paquito el Chocolatero”, pieza musical creada en 1937 por el alicantino Gustavo Pascual Falcó que goza de gran popularidad y difusión en las fiestas de España.