Repite: El mundo está en paz y yo también

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viernes, 20 de julio de 2018

UN LIBRO: LOS ABANDONOS




Los abandonos es el título de un libro que pone de manifiesto que sentir es más importante que analizar, está escrito por Cayetana Guillén Cuervo, la hija pequeña de dos monstruos de la escena en nuestro país. Cayetana estudió Arte Dramático y Periodismo ¿quién no la conoce?.  Hoy quiero hablar de su obra personal y vivencial, dedicada a sus padres, maravillosamente escrita.  Lleva el encanto de su larga melena y su sonrisa en la contraportada, y en el interior las ilustraciones son pinturas de José Luis Massó, actor, escenógrafo y acuarelista.


Cuenta con diez capítulos, fruto de pensamientos profundos inspirados por los recuerdos, la enfermedad, la vejez y la muerte de su padre, si los juntamos todos ellos, forman un desenlace amargo, porque angustia y tragedia es perder a quien lo es todo para cada uno de nosotros, por eso mismo cuesta tanto aceptar el dolor en una cultura como la nuestra que considera a la muerte como tabú, que ni se habla de ella ni se asume con naturalidad, siempre hemos oído que nuestro modelo cultural no favorece la renovación de la persona o el volver a empezar, cuando en realidad, todo viene a ser como una obra de arte, no se ve igual de cerca que cuando tomas distancia.




Llegamos a este mundo para vivir la mayor parte del tiempo luchando por subsistir y en unas pocas décadas desaparecemos.  Durante los duelos integramos en nosotros el deseo de trascender con una esperanza que nos haga madurar el proceso.  Cuando alguien de la familia está mal todos a su alrededor también lo están.
Oscura es la vida de los que viven en los manicomios, en los hospitales, en los que están solos, en los que tienen heridas abiertas o en cualquier vida llena de un esfuerzo sobrehumano.  Sabemos que una opinión negativa puede doler, que no es más débil quien parece que lo es, y que nos es suficiente con unas horas de sueño calmado.
Este país navegando a la deriva y nosotros en la cuerda floja y sin red donde caer. Un país necesitado de políticos entregados, con ganas de trabajar  para llevar a buen término la educación pública, el transporte, el abastecimiento de agua potable, la defensa, la limpieza de las ciudades, las autopistas, los aeropuertos, la sanidad, las pensiones..., de todo esto y mucho más habla este libro, de supervivencia, de nacer, pelear, sufrir, reír, soñar, consumir, estudiar, reproducirse, empeñarse, ser productivo, caer exhausto, mantener el sistema, envejecer, enfermar y por último irse de este mundo.

Entre las acuarelas hay plumas de aves y hojas de árboles, flores, algunas fotos, hombres y mujeres desnudos y solos, tal cual llegamos al mundo, tal cual nos vamos de él.  Desnuda y visible aparece la muerte, de la misma forma que  llega la vejez,  de improviso y de frente, sin máscara ni escapatoria, por eso mientras nos asomamos a sus páginas, se nos recuerda la necesidad de nacer de nuevo, de tomar conciencia de que en algunos momentos de la vida, no son suficientes los valores en los que nos hemos basado, y es que decir adiós definitivamente, en cualquiera de sus formas, implica comenzar con nuevas señas de identidad, apartando otras estructuras que no servirán en adelante. No desconocemos que la experiencia ya no es un valor, que lo que importa hoy en día es ganar dinero, que el sexo está sobrevalorado, que a los mayores los despiden del trabajo, que a los jóvenes los contratan bajo pésimas condiciones, que las cosas no andan bien y hay que ajustarse, que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, se nos acusa de que la culpa es solo nuestra.

Otro abandono es el cruce de frontera con rotundidad, en algunos momentos se derrumbará el paradigma de que con esfuerzo podemos conseguir cualquier cosa, en esta sociedad, positiva a ultranza que nos hace creer que con trabajo seremos dueños del mundo y nunca nos dice que gestionemos las ilusiones no cumplidas desde un lugar más interno que externo, ni nos advierte que no pasa nada si  no somos todopoderosos, al contrario estamos en una sociedad llena de exigencias. Transitamos por aquí entre batallas y ajetreos, pisando campos de minas, lo saben bien los que se han visto desahuciados, víctimas que han perdido la casa que compraron con ilusión.  Siempre tratamos de elegir la posibilidad más gozosa, buscando nuestra finalidad en la vida y buscando a Dios en una mirada, una estrella, una vasija de barro, una mariposa o en los cerezos en flor. Necesitamos mirar a los ojos, saber que la gente no cambia, aprender a ceder, gastar menos, disfrutar más, porque problemas los habrá y serán agujeros negros, embestidas que desgastarán nuestra mejor voluntad.

El nido vacío será la espera de una llamada previa a la visita, serán unos padres preparando la casa para hacerla más acogedora, será hacer la comida preferida, la cama por si quiere acostarse un rato, la bonita mesa y las bellas flores pero tal vez al acercarse la hora el hijo les llame avisando que otro plan se cruzó en su camino y que hoy no podrá acudir, y en esa decepción no hay ingratitud porque los hijos saben que haces mucho por ellos pero tienen que hacer su vida.

En cada página encontraremos referencias sobre el dinero, la literatura, el amor no correspondido, la libertad, la familia, la nostalgia, el silencio, sobre uno mismo, sobre la soledad, la entrega, la sonrisa, la mentira, las pesadillas, la bondad, la inteligencia, la infancia, el tiempo, la generosidad, la justicia universal, la gente maravillosa y también de saber que Dios debe andar por ahí, cuya ausencia es uno de los abandonos más difíciles de afrontar desde que llegamos al mundo berreando, ese Dios por el que juntamos las manitas desde niños a la hora de rezar, está en todas partes, nos protege, qué gran apoyo creer que hay algo detrás, que el libro no termina en la última página, todos ellos son temas con sobresaliente en la escuela del vivir.  Al fin, las pérdidas son las carencias y privaciones de aquel o aquello que se tenía, lo mismo que abandono es renuncia y olvido.


Un poema magnífico de Pedro Salinas "No quiero que te vayas" nos sobrecoge de tan hermoso, pero pasamos página para encontrarnos una poesía, esta vez de Benedetti "No te salves".  Fernando Pessoa nos viene a decir que todos tenemos dos vidas y nos habla del momento de la travesía.  Encontraremos frases, de Woody Allen, de Graham Greene y de Ernest Hemingway, textos maravillosos de Khalil Gibran sobre los hijos, algunas sentencias de Platón,  algún fragmento de una obra de Kafka, y una parte del monólogo de María Magdalena en Fuegos, escrito por Marguerite Yourcenar.


Este libro no es cualquier cosa, en él se escuchan los latidos, ha sido escrito como forma de identificar lo que te pasa en un momento importante, todo lo que contiene está en cercanía con uno mismo, es un libro bonito, intenso, íntimo y sincero, en el que no prevalece la amargura sino la gratitud por lo vivido, se ha puesto en él tanta alma, que esa es la parte esencial, el sentido de toda obra, la emoción, tal vez no fue escrito para que fueran palabras de aliento, porque despedirse para siempre, no tiene ayuda ni terapia, es la voz de la autora que sale de su interior para conectar con el corazón, allá donde la cabeza no alcanza a entender.  Cuando se escribe así, es así como se llega a expandir un pensamiento.  No es un libro de duelo propiamente, sino de reflexión y aprendizaje, hay un dolor que impulsa a crecer, tampoco es de autoayuda, aunque se plasma el sentir de otros muchos que lo vivirán de igual manera, esa concordancia de saber que todos sentimos parecido y pasamos por lo mismo, ayuda mucho a enfrentarse con la rabia de porqué el destino puede deparar momentos tan crueles, como una larga enfermedad, es un proceso que no admite censura a la hora de expresarse ni la sociedad debe poner corsé a dicha expresión, es más, tiene que haber y hasta cierto punto es bueno, tristeza por la pérdida de un ser valioso que se te escapa, con el que hubo complicidad, convivencia, vínculo e intimidad mucho antes de encarar la ausencia, de aceptar lo irreversible, de asumir el tránsito, serán momentos en los que se presentará un estado anímico determinado y variable en cada persona, aparecerá nuestra forma de ver el mundo y de estar en él, porque también está ese otro abandono de entregarte a alguien y ofrecerle toda tu vida y no recibir nada, sabes que eres buena persona, que ayudas, eres amable, das explicaciones, te adaptas, no discutes ni te enfadas te hagan lo que te hagan y como ella misma dice al final, después de la impotencia y la desesperación, un día vuelves a ser tú pero no a ser la misma, te llevas la escucha que ofreciste, la sonrisa que regalaste, el amor con que llenaste tu alma, te llevas lo que dejas y sabes que el viaje siempre merece la pena sobre todo porque al final, todos aprendemos a vivir tras las pérdidas, tras los desamores, tras los naufragios, tras los nidos vacíos, esos son los abandonos, las heridas con las que aprendemos a convivir mientras la vida sigue su curso, son separación, alejamiento, partida, experiencias que en un principio parecen confusas y el tiempo va esclareciendo, de modo que vamos a vislumbrar las cosas importantes de la vida y a separarlas de todo lo que no nos sirve para nada.
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Con la recomendación lectora de este buen libro, al que he querido dar espacio, me despido por vacaciones de todos los que pasáis por aquí con paciencia a leer lo que escribo de manera tan esporádica, intentaré responder a vuestros comentarios. Os lo agradezco mucho y espero que perdonéis mi poca intervención en vuestros blogs.  Que tengáis un verano estupendo, de descanso y con las actividades que más os agraden, que sean para todos unas felices vacaciones en las que nutrirse y conectar con el presente.