PALMAS Y REDOBLES

Nota:  

Debido a problemas informáticos publico esta entrada con bastante retraso.  Escribir en el blog ha sido ardua tarea, hoy al fin puede ver la luz este pequeñísimo trabajo, pero queda incompleto al desaparecer los archivos misteriosamente, ya no es la primera vez ni será la última....¡¡qué cosas me pasan!!

En la primera imagen, al inicio de la Semana Santa, desde la iglesia de Santa Isabel, también llamada de San Cayetano, vemos  niños con carracas en la procesión de las palmas de Zaragoza.

 

A la izquierda, tocando el bombo, va un cofrade con tercerol, prenda aragonesa, menos conocida fuera de nuestra región, la llevaban los labradores y artesanos que procedían de los pueblos.  A la derecha, un bebé cofrade en brazos de su madre.  Como podéis ver, he querido dar protagonismo a la infancia y a dos bellos poemas que nos llevan al amor de lo invisible.

Mujeres vestidas de riguroso luto, son las Manolas, llevan peineta y por ser Domingo de Resurrección la mantilla debe ser blanca.

Las tallas del Cristo y de la Virgen, son de Jorge Albareda, realizadas en madera de abedul de Filadelfia.  La escultura pretende dar sensación de ingravidez.  La madera es de gran calidad y el escultor aragonés renunció al yeso y al policromado.  Por tradición familiar, una de sus facetas más excelente ha sido la imaginería religiosa.  Así pudimos verlo entre flores recién cortadas y olor a incienso.

Nunca podrás, dolor acorralarme
Del libro "Testamento del Pájaro Solitario".  De José Luis Martín Descalzo.

Nunca podrás, dolor, acorralarme.

Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,

secar mi lengua, amordazar mi canto,

sajar mi corazón y desguazarme.

Podrás entre tus rejas encerrarme,

destruir los castillos que levanto,

ungir todas mis horas con tu espanto.

Pero nunca podrás acobardarme.

Puedo amar en el potro de tortura.

Puedo reír cosido por tus lanzas.

Puedo ver en la oscura noche oscura.

Llego, dolor, a donde tú no alcanzas.

Yo decido mi sangre y su espesura.

Yo soy el dueño de mis esperanzas.

Consuelo, esperanza y aliento para todas las gentes, luz que brille ante nuestros ojos con un nuevo resplandor, y lo sea en toda la tierra, en cada persona y en cada acontecimiento de cada vida.

Domingo de Resurrección, del recogimiento a la alegría.  La procesión más joven, con adolescentes y niños de corta edad, llegando al Colegio de San Agustín.

Sólo falta la última marcha, el toque-redoble que tanto deleita a los asistentes.

En esta procesión, sus miembros participan a cara descubierta, sin capirote.

La Virgen lleva indumentaria de mujer hebrea, el gesto dulce y alegre, caminando, con los brazos abiertos en actitud de búsqueda.

Y entonces vio la luz

Del libro "Testamento del Pájaro Solitario".  De José Luis Martín Descalzo

Y entonces vio la luz.  La luz que entraba

por todas las ventanas de su vida.

Vio que el dolor precipitó la huida

y entendió que la muerte ya no estaba.

Morir, sólo es morir.  Morir se acaba.

Morir es una hoguera fugitiva.

Es cruzar una puerta a la deriva

y encontrar lo que tanto se buscaba.

Acabar de llorar y hacer preguntas;

ver al Amor sin enigmas ni espejos;

descansar de vivir en la ternura;

tener la paz, la luz, la casa juntas

y hallar, dejando los dolores lejos,

la Noche-luz, tras tanta noche oscura.