Hola a todos, hoy coloco esta entrada que pareciendo elaborada ha sido bastante rápida, os la dejo consciente de que mi ausencia de momento va a prolongarse, por supuesto prepararé la felicitación navideña para todos vosotros, eso no puede faltar, tiene que ser especial, como lo son vuestros gestos de cariño que tanto valoro. Responderé con versos de Joan Baptista Humet y su visión sobre los barrios.
La música de este blog ya no se activa automáticamente, pero la he colocado para quien desee escucharla en el lateral derecho.
Un abrazo y que sigáis bien, en estos momentos no tengo tiempo de visitar ningún blog ni de hacer comentarios, estoy dedicándome al estudio. Leeré vuestros relatos en otro momento. Gracias.
Mi padre y mi tío habían construido la vivienda familiar en la que vivíamos, eran todavía solteros cuando trabajaban sin descanso los fines de semana invirtiendo todos los ahorros de su modesto salario, una vez terminadas las obras tuvo amplia mención en una página del periódico “Heraldo de Aragón”, por ser un edificio bonito y bien construido, sin arquitecto ni aparejador. En aquel camino rural sin urbanizar, cada familia había comprado un terreno para levantar su casa de acuerdo a sus posibilidades económicas, la nuestra no era pequeña, tenia dos plantas, la mayoría eran de una, pero al habilitarse para tres familias quedó con la distribución de lo que ahora serían apartamentos-estudio, posteriormente mi padre se dedicó a hacer puertas, ventanas y el mobiliario.
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Un abrazo y que sigáis bien, en estos momentos no tengo tiempo de visitar ningún blog ni de hacer comentarios, estoy dedicándome al estudio. Leeré vuestros relatos en otro momento. Gracias.
Mi padre y mi tío habían construido la vivienda familiar en la que vivíamos, eran todavía solteros cuando trabajaban sin descanso los fines de semana invirtiendo todos los ahorros de su modesto salario, una vez terminadas las obras tuvo amplia mención en una página del periódico “Heraldo de Aragón”, por ser un edificio bonito y bien construido, sin arquitecto ni aparejador. En aquel camino rural sin urbanizar, cada familia había comprado un terreno para levantar su casa de acuerdo a sus posibilidades económicas, la nuestra no era pequeña, tenia dos plantas, la mayoría eran de una, pero al habilitarse para tres familias quedó con la distribución de lo que ahora serían apartamentos-estudio, posteriormente mi padre se dedicó a hacer puertas, ventanas y el mobiliario.
Recuerdo que unas escaleras conducían desde el corral a la
galería, embaldosada en color verde turquesa, allí en grandes tendederos se
secaba la ropa al aire, una parra trepaba desde el suelo al tiempo que se
llenaba de avispas que picoteaban las uvas, dando sombra en las calurosas tardes
de verano, cuando me bañaba al sol con mis primos y vecinos de nuestra edad.
La iglesia tenía y tiene la misma sencilla vidriera que con el sol refleja sus colores en el estuco blanco de la pared, en el exterior, los
jardines de la calle cubren en el mes de mayo sus fachadas con rosales
trepadores.
Cuántas veces jugábamos a los bautizos, yo solía reunir a
todos los niños de mi calle para que hicieran de invitados, improvisábamos la
pila bautismal donde mojaba la cabeza del neófito muñeco y después en larga
procesión, lanzaba desde mi ventana de la primera planta, caramelos y monedas
de 10 céntimos, los caramelos podían comérselos, las monedas tenían que
devolvérmelas para el próximo bautizo, las normas las ponía yo.
El barrio figuraba en los planos como zona
verde, la ciudad a día de hoy lo incluye en el de Torrero pero nunca se
dieron permisos de construcción, las parcelas se consideraban terreno no edificable, constantemente se tuvo el temor de una demolición
anunciada, fueron muchos los que lucharon por este barrio humilde hace medio siglo, los de más
edad recuerdan que muchas veces y por tratarse de una urbanización ilegal, la
policía montada a caballo solía
sorprender a los vecinos que afanados en su tarea de albañiles apenas
tenían tiempo de recoger sus herramientas de trabajo; cuando la voz corría de
calle en calle, todos disimulaban que allí no pasaba nada. He leído y después mi padre me lo ha confirmado, que de madrugada subían los guardias del Ayuntamiento y antes de que los vecinos pusieran el tejado tiraban las cuatro paredes, por lo que decidieron organizarse para vigilar. Hoy todavía recuerdan como muchas veces algún cura era avisado cuando se intentaba desahuciar a alguien y se enfrentaba a la policía con aquellas palabras: "Si han de demoler algo, tiren la iglesia".
Predominaba la industria del mármol, hoy todavía presente dada la proximidad del
cementerio, así comenzaron a establecerse pequeños comercios y talleres de arte
funerario.
Al principio carecía de todo, agua, luz, vertidos…la administración apenas prestaba atención a los problemas cotidianos de la gente. Era imprescindible edificar cuatro paredes y un techo para que el asentamiento se considerara vivienda y no fuera derribado por las autoridades.
Al principio carecía de todo, agua, luz, vertidos…la administración apenas prestaba atención a los problemas cotidianos de la gente. Era imprescindible edificar cuatro paredes y un techo para que el asentamiento se considerara vivienda y no fuera derribado por las autoridades.
En esta foto podemos ver que en honor a su nombre había un humilladero dedicado a San Antonio, es lo más parecido a lo que en Aragón llamamos "peirones". Cuando llegaba la fecha del
santo, las mujeres lo limpiaban y adornaban con tiestos de flores, lo cual se sigue haciendo en la actualidad. Vean la columna y la imagen protegida tras el cristal en esta foto reciente, no hace mucho le han cambiado el color, ahora en azul y rosa.
Durante muchos años tuvimos un cine al que solía asistir de
niña con mis padres, principalmente eran películas españolas o del oeste,
siempre toleradas, cuando aprendí a escribir me acercaba con papel y lápiz para
anotar el título de la película de la semana.
Dos señoras presidían la entrada, una a cada lado con sus carritos de
palomitas y barquillos, ambas viudas subsistían de las ventas de chucherías.
El barrio podía ser muy humilde pero el nombre de sus calles
era de lujo y si no, ya han visto con estas fotos que lo que digo es cierto. Todas ellas tenían el nombre del ramo de
joyería, quien sabe si aquellos nombres compensaban la desigualdad y daban
fuerza.
En el sector de la Paz era el barrio de las chabolas, una zona conocida como "las graveras", un capuchino quiso quedarse con
los gitanos del barrio y sus amigos le construyeron una chabola idéntica a la
suya, más de uno se involucró en la promoción del pueblo gitano, otro capuchino y en otro barrio, dotó de condiciones salubres a sus convecinos y estos le reconocieron su labor dedicándole una calle. Hubo una clara opción por los oprimidos y recuerdo vagamente las reuniones de los vecinos para organizarse, reuniones que se realizaban en la parroquia o en los colegios de la zona. A la misa de los domingos acudían hippis con melenas que tocaban la guitarra, sería ya la década de los 70, tuvimos un párroco joven y entusiasta, un hombre de palabras claras, conocedor de la realidad social y familiar que daba charlas a los jóvenes y a los matrimonios en los locales de las escuelas masculinas, solía presentar los temas sin barreras, teniendo como audiencia al obrerismo cristiano y entendiendo el Evangelio como herramienta para ayudar a los pobres.
Recuerdo los cortes de agua que nos obligaban a ir a
buscarla con cubos al Canal Imperial, a los niños nos divertía porque no nos
percatábamos de la dureza de semejante trabajo, la recogida de la basura se
hacía en un carro tirado por mulos, el transporte urbano era el tranvía, la distancia representaba caminar
un buen rato por calles llenas de baches, piedras y barro cuando llovía.
Pero la explanada llena de campos y huertos se iba haciendo grande, setenta mil personas en todo el extrarradio, procedentes de los pueblos, iban haciendo crecer la ciudad de manera caótica y poco organizada. Tres tiendas abastecían nuestras necesidades, se vivía en comunidad con relaciones de vecindad facilitadas
por vivir en la periferia, se sabía todo, quien nacía, quien moría, quien estaba enfermo, la profesión y el número de miembros de cada familia y hasta quien se quería o no.
Para la fiesta eran habituales las verbenas, nosotros solíamos ir a las “torres”, que es como se denomina a la vivienda típica aragonesa, allí comprábamos las frutas y hortalizas y prácticamente las comíamos recién cogidas, lo mismo sucedía con los huevos de las granjas y la leche de la vaquería que repartía la lechera con su cántara cada mañana a domicilio, además pasaba temprano dando gritos la churrera con sus deliciosas porras con las que desayunaba antes de ir al colegio, aquella pobre mujer, trabajadora como nadie, sufrió una estafa inmobiliaria, se quedó sin los ahorros de toda su vida de su venta ambulante y sin el piso que pensaba disfrutar en la jubilación.
En primavera por las orillas del Canal recogíamos margaritas para formar grandes ramos, el afilador pasaba con frecuencia y también el comprador de pieles de conejo que solía pagarlas a 2 ó 3 pesetas, criábamos gallinas, conejos y en algunas casas hasta cerdos, teníamos canarios que cantaban y macetas con dondiegos. Mis primos guardaban en jaulas los grillos, saltamontes, cochinillas y escarabajos, las hojas de morera alimentaban a los gusanos de seda que guardados en cajas de zapatos cumplían su metamorfosis ante nuestra mirada de admiración.
Para la fiesta eran habituales las verbenas, nosotros solíamos ir a las “torres”, que es como se denomina a la vivienda típica aragonesa, allí comprábamos las frutas y hortalizas y prácticamente las comíamos recién cogidas, lo mismo sucedía con los huevos de las granjas y la leche de la vaquería que repartía la lechera con su cántara cada mañana a domicilio, además pasaba temprano dando gritos la churrera con sus deliciosas porras con las que desayunaba antes de ir al colegio, aquella pobre mujer, trabajadora como nadie, sufrió una estafa inmobiliaria, se quedó sin los ahorros de toda su vida de su venta ambulante y sin el piso que pensaba disfrutar en la jubilación.
En primavera por las orillas del Canal recogíamos margaritas para formar grandes ramos, el afilador pasaba con frecuencia y también el comprador de pieles de conejo que solía pagarlas a 2 ó 3 pesetas, criábamos gallinas, conejos y en algunas casas hasta cerdos, teníamos canarios que cantaban y macetas con dondiegos. Mis primos guardaban en jaulas los grillos, saltamontes, cochinillas y escarabajos, las hojas de morera alimentaban a los gusanos de seda que guardados en cajas de zapatos cumplían su metamorfosis ante nuestra mirada de admiración.
Poco a poco se fueron haciendo las escuelas, los comedores, la guardería infantil y se formaron grupos de vecinos, era un momento en que se necesitaban servicios de toda clase, el arzobispo se dio una vuelta por los barrios para ver la realidad y se encontró con las familias que aprovechaban el descanso dominical para hacer adobes con los que levantar su casa y dijo aquello: ..."ni vosotros ni yo, podemos vivir tranquilos mientras este problema siga en pie, hay que dar un remedio rápido en un plazo de 5 ó 6 meses, si no queremos que se nos caiga la cara de vergüenza...", este llamamiento debió ser unos años antes de que yo naciera.
Vean esta foto del colegio infantil, las Hijas del Sagrado Corazón, además de la enseñanza estaban destinadas a prestar servicio gratuito a la comunidad, especialmente como enfermeras, tenían un dispensario que era atendido a últimas horas de la tarde al que acudíamos cuando necesitábamos asistencia sanitaria.
Todos los años nos tomaban medidas para confeccionar nuestra bata que era de cuadros grises y blancos con un cuello muy duro que había que lavar con esmero y que resultaba difícil de abotonar por su rigidez.
Tras ese vallado gris se encontraba nuestro recreo, los árboles han crecido mucho y no eran tan frondosos, hasta el espacio se me hace ahora mucho más pequeño comparado con las dimensiones que yo le daba de niña cuando jugaba en él; por las mañanas nos colocábamos ordenadamente en fila mientras el jardinero podaba los setos y a la hora del almuerzo, unas veces mi madre me introducía las frutas por el hueco de la verja, venía cargada del mercado con la compra en sendos brazos y otros días perforábamos con el dedo el tape plateado de las botellas de leche que nos daban a los niños y que era una cantidad que tenía asignada el centro diariamente. El colegio, rodeado de pinares, se llenó por varios años consecutivos con la plaga de orugas y los insectos de doce anillos formaron larguísimas hileras que convirtieron el barrio en una situación alarmante, recuerdo que fue de difícil control incluso con el fumigado desde las avionetas.
Esta es la realidad del barrio en el que nací y de otros muchos de Zaragoza, algunos no lo saben, los más jóvenes no lo recuerdan, otros llegaron mucho más tarde y desconocen los retales de la historia solidaria aragonesa y lo que fue el nacimiento del movimiento vecinal en las zonas clasificadas como suburbios.
Hubo mucha gente que trabajó en la sombra, en silencio y en el anonimato en un tiempo en que era necesario el compromiso cultural, político y sindical. Todos en la misma barca para tratar de hacer un mundo más justo y no sólo de conversión personal sino en denunciar otras cosas, porque para que una sociedad sea más justa hay que trabajar en el meollo del mensaje de aquel pobre loco que abandonó la carpintería de su padre para ir a predicar por los campos su doctrina humanista.
No hay que olvidar quienes somos, de dónde venimos, agradecer la ayuda de quien impulsó esa prosperidad, generalmente personas más instruidas que lo hicieron con gratuidad y sentir el orgullo por lo mucho que han trabajado los nuestros para salir adelante. Al pasear por sus calles nos vale el ejemplo de la semilla de mostaza, que siendo chiquita, llega a convertirse en un árbol grande.
Buen día.
Todos los años nos tomaban medidas para confeccionar nuestra bata que era de cuadros grises y blancos con un cuello muy duro que había que lavar con esmero y que resultaba difícil de abotonar por su rigidez.
Tras ese vallado gris se encontraba nuestro recreo, los árboles han crecido mucho y no eran tan frondosos, hasta el espacio se me hace ahora mucho más pequeño comparado con las dimensiones que yo le daba de niña cuando jugaba en él; por las mañanas nos colocábamos ordenadamente en fila mientras el jardinero podaba los setos y a la hora del almuerzo, unas veces mi madre me introducía las frutas por el hueco de la verja, venía cargada del mercado con la compra en sendos brazos y otros días perforábamos con el dedo el tape plateado de las botellas de leche que nos daban a los niños y que era una cantidad que tenía asignada el centro diariamente. El colegio, rodeado de pinares, se llenó por varios años consecutivos con la plaga de orugas y los insectos de doce anillos formaron larguísimas hileras que convirtieron el barrio en una situación alarmante, recuerdo que fue de difícil control incluso con el fumigado desde las avionetas.
Esta es la realidad del barrio en el que nací y de otros muchos de Zaragoza, algunos no lo saben, los más jóvenes no lo recuerdan, otros llegaron mucho más tarde y desconocen los retales de la historia solidaria aragonesa y lo que fue el nacimiento del movimiento vecinal en las zonas clasificadas como suburbios.
Hubo mucha gente que trabajó en la sombra, en silencio y en el anonimato en un tiempo en que era necesario el compromiso cultural, político y sindical. Todos en la misma barca para tratar de hacer un mundo más justo y no sólo de conversión personal sino en denunciar otras cosas, porque para que una sociedad sea más justa hay que trabajar en el meollo del mensaje de aquel pobre loco que abandonó la carpintería de su padre para ir a predicar por los campos su doctrina humanista.
No hay que olvidar quienes somos, de dónde venimos, agradecer la ayuda de quien impulsó esa prosperidad, generalmente personas más instruidas que lo hicieron con gratuidad y sentir el orgullo por lo mucho que han trabajado los nuestros para salir adelante. Al pasear por sus calles nos vale el ejemplo de la semilla de mostaza, que siendo chiquita, llega a convertirse en un árbol grande.
Buen día.
Hola Loli. lo mío no son las palabras, en realidad soy bastante torpe explicándome, decirte que me ha gustado mucho no, muchísimo, me ha llegado a lo más profundo, con esa manera tuya de escribir.
ResponderEliminar¿ No era casi toda España así? Mi infancia fue feliz, entre algodones, he tenido que conocer todo a lo largo de mi vida, intento sacar lo bueno de todo.
No hay que olvidar quienes somos, de dónde venimos, agradecer la ayuda de quien impulsó esa prosperidad, generalmente personas más instruidas que lo hicieron con gratuidad y sentir el orgullo por lo mucho que han trabajado los nuestros para salir adelante. Al pasear por sus calles nos vale el ejemplo de la semilla de mostaza, que siendo chiquita, llega a convertirse en un árbol grande.
Lo he copiado, Loli, además de estar de acuerdo, me parece tan bonito.
Muchas gracias por compartirlo.
Un abrazo fuerte.
Olga, planteas una pregunta muy interesante, no entiendo a los que viajan por otros países y se llevan la mano a la cabeza exclamando ¡no puedo creer cómo viven aquí!, eso me hace preguntarles ¿de qué te extrañas? ¿no vivías así en tu pueblo hace 50 años?. Hay tendencia a hacerse una composición mental irreal.
EliminarSi pinchas en etiquetas del lateral derecho en concreto en "recuerdos infancia" podrás leer 8 entradas compatibles con la de hoy, hay una que he pensado en reeditar porque no hay comentarios y me gusta mucho, se titula "Mi memoria histórica" (II parte).
"..hoy vuelve a amanecer
sobre la plaza,
sobre la ropa que hay tendida
en las terrazas
y un canto de gorriones por doquier.."
Feliz semana, un abrazo.
Una historia preciosa, Loli.
ResponderEliminarEs una experiencia muy reconfortante, bucear a veces, en nuestros orígenes, los pasos y las circunstancias que nos han marcado, de alguna forma y que han "moldeado" la persona que somos hoy.
Te felicito y te abarazo.
Ana, mi padre recuerda que para pasar de un barrio a otro se caminaba por una senda, todo era monte, salías de casa y ya había caza, los cultivos eran de almendros, olivos y cereal.
EliminarEl problema es que ahora con la crisis y el paro en aumento, en el barrio se está participando en la Campaña del Banco de Alimentos, en la que podemos donar productos de primera necesidad para las familias necesitadas.
"A la mañana le da igual
si el aire es de cristal o de cemento,
si las moreras se secaron hace tiempo
o se llena de grietas un portal."
Feliz semana, un abrazo.
Que bellos recuerdos de verdad que es un placer leerlos.Te felicito por tú capacidad para narrar con tanta prbelleza este recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso Loli.
Bertha, yo recuerdo el único bar que había en el barrio, ahora hay modernas cafeterías así como supermercados, un buen Instituto de Enseñanza Secundaria, un excelente geriátrico, varios colegios, Asociación de Vecinos, parques, autobuses urbanos, Centro Cívico, Centro de Salud y afortunadamente ya no hay niños gitanos bañándose en el Canal Imperial mientras sus madres lavan en la orilla.
Eliminar"Y mientras van abriéndose
las flores, los cafés y las orugas,
alguien se acerca con un bote de pintura
y vuelve a dejar muda una pared. "
Feliz semana. Un abrazo.
Cuantas cosas me has hecho recordar de mi infancia. No hace mucho comentaba lo de las pieles de conejo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, y más por como lo relatas. Un abrazo
Paca, en casi todos los barrios de Zaragoza una de las primeras cosas que se consiguieron fue una máquina de cine para proyectar a las familias en los días festivos y créeme que hasta los curas usaban palanganas como pila bautismal para los bautizos cuando no había parroquia.
Eliminar”…si el sol sigue en lo alto
y la mañana continúa
tan dura y tan incierta como ayer”
Feliz semana. Un abrazo.
Aunque solo se por el recuerdo, has de sentirte muy orgullosa de tú barrio. Gracias por darlo a conocer en tan hermosa entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Diego, con la recuperación económica de los años 50 no faltaba trabajo, ya he mencionado la superación, el esfuerzo de la gente y las redes solidarias locales, el precio del terreno iba en consonancia con la distancia hasta el núcleo urbano, una distancia que hoy es nimia.
EliminarEn lo demás disfruté mucho, era como vivir en un pueblo.
"Y las mujeres van
al horno a por el pan recién cocido,
para ponerle alguna cosa a sus maridos,
que irán a trabajar...
y los que no tienen trabajo
irán al bar...."
Feliz semana. Un abrazo
Querida amiga, bonitos recuerdos los que nos trasmites de manera reflexiva y tranquila.......... nos has transportado a tiempos pasados con una felicidad compartida.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Isabel
Querida Isabel, he preguntado a los míos para despejar alguna duda y poder retratar una parte del ayer, ha sido como dar un salto en el tiempo. Recuerdo lo mucho que disfrutaba pisando los charcos con mis botas de agua, me gustaba aquel vehículo del vecino que llamaban isocarro y mi tío salía al trabajo cada mañana con su moto Lambretta.
ResponderEliminarSe siguen añorando algunas cosas de la infancia pero la vida, tal como viene, se encarga de fortalecernos la personalidad.
No hay en este relato
"... objetos innecesarios
que nos van atando el cuerpo
y empobreciendo los labios."
Con la llegada del cierzo racheado por esta ciudad, me acordé de ti, ya sabes, por nuestra sabia decisión.
Un fuerte abrazo.
Precioso. ¡Cuánto nos enseña el recuerdo!
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Amigo Francesc, llevas mucha razón, los recuerdos que parecen invisibles están formados de imágenes, actos, gestos, objetos, palabras... Los padres nos educaron con el ejemplo de su vida y no hizo falta que tuvieran cualidades excepcionales, antes de conseguir los propósitos había un esfuerzo previo.
EliminarYa que hablas del recuerdo, creo que nuestra sociedad está dentro de una civilización precisamente de olvido, se quiere construir sin herencia ni tradición, no hemos sabido quedarnos con lo bueno de cada época, miras hacia atrás y ves que todo se conseguía con medios muy honrados, han cambiado muchas cosas y en algunos casos no ha sido a mejor.
Salud y Buenas noches
Loli, tú sabes como yo, que nuestros padres tuvieron cualidades excepcionales, vaya que si las tenían.
EliminarLes tocó vivir unos años de sacrificio y se dejaron la piel.
Salud
Francesc Cornadó
Francesc, llevas razón, si se mira bien nuestros progenitores tenían un talento natural, la mayoría lo pasó regular y con muchas menos oportunidades consiguieron hacer futuro, se les debe mucho, sacaron el país adelante en una sociedad retrasada si se compara con países más avanzados y vieron crecer su entorno, su economía y su situación, siempre con la esperanza de que los hijos llegaran un poco más lejos.
EliminarSalud.
Hola Loli, he disfrutado mucho con la lectura de tu entrada. Al igual que tú creo que es muy importante echar la vista atrás de cuando en cuando para no olvidar de donde venimos y agradecer los sacrificios de nuestros padres y abuelos, pero a veces perdemos esa perspectiva o no nos acordamos de hacerlo. Es fundamental para contextualizarnos y reflexionar ante determinadas conductas que florecen (o florecían) cuando pensamos que somos mejores solo por consumir más. Me ha parecido muy interesante. Un saludo!!
ResponderEliminarHola Zavala, he querido hablar de esa gente valiosa que había alrededor, lo de menos es que yo tuviera en la merienda, carne de membrillo y quesitos o que nuestro perro familiar se llamara "Canelo", en el fondo hay que homenajear a los nuestros y recordar de qué fuente hemos bebido, sabemos que eran tiempos de "despegue" y crecimiento, la vida era muy distinta a la de hoy, sobre todo en lo referente a la familia, el hombre aportando los ingresos y la mujer fuertemente asociada al cuidado del hogar, nunca me gustó que llamen "marujas" a las amas de casa, cuando en realidad son un pilar básico en la sociedad.
EliminarBueno es que aportes la palabra consumismo pero también podemos mencionar la disgregación o el estrés, palabra que no se conocía.
Saludos y feliz puente.
Precioso Loli , me ha encantado ! Los recuerdos son siempre parte de uno mismo , experiencias , imágenes que nos forjan poco a poco.Que tengas un feliz puente.
ResponderEliminarUn Abrazo.
Feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Raelynn, gracias por haber pasado a leer esta historia personal, parte de memoria que se nutre de recuerdos, de los que tanto podemos aprender, ellos nos permiten rescatar algunas cosas, detectar el sacrificio personal de la gente y todo lo que se hizo por el bien común. Aunque no se quiera volver la vista atrás, pueden ser un punto de referencia para la vida de hoy.
ResponderEliminarHe estado de puente, acabo de regresar, en breve pasaré a visitarte. Mi abrazo y muchas gracias.
A disancor:
ResponderEliminarAmigo Diego, gracias por la fidelidad que siempre me has demostrado aun cuando me veo limitada para responder en visitas y comentarios.
Tu mejor que yo sabes cómo fueron aquellos tiempos en los que se fecha mi relato.
Yo también te deseo una feliz semana. Gracias de todo corazón por ser como eres.
Nuestras raices hacen lo que somos,espero tu vuelta,y asi poder disfrutar de tus entradas,cuidate,un abrazo.J.R.
ResponderEliminarHola José Ramón, este es un relato para tejer identidades, no entiendo por qué hay familias que no transmiten a sus descendientes cómo era el acontecer de la vida en un pasado reciente, parece que optan por el silencio, como si no hubiera nada que contar.
EliminarAquí se podría decir que no hay presente sin pasado.
Te agradezco mucho la visita.
Un fuerte abrazo.
Te deseo un buen fin de semana.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Diego, por aquí tenemos algo de lluvia y días grises.
EliminarQue disfrutes de este preludio navideño.
Un beso.
Preciosa la entrada y totalmente de acuerdo Loli, nunca hay que olvidar las raíces. Tus amigos de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea te desean de corazón Feliz Navidad y próspero Año Nuevo. ¡¡¡ PAZ Y AMOR !!!
ResponderEliminarHola Pepe, gracias por venir, yo hasta el día 21 no colocaré mi felicitación navideña, tengo pendiente leer tus dos últimas entradas pero no he podido hacer nada, voy con retraso.
EliminarTe deseo que estos días sean el anticipo de paz y felicidad, una armonía buscada con los valores propios, los que cada uno debe darle para que se convierta en la Navidad ideal.
Hola Loli que tierna y nostalgica entrada.
ResponderEliminarBien lograda permitiendo ver todos los detalles en letras e imagenes
Felices fiestas
Abrazo
ResponderEliminarQuiero que el espíritu
De la Navidad haga
para ti Loli Salvador…
De cada deseo una flor
De cada lágrima una sonrisa
De cada dolor una estrella
De cada suspiro una melodía
De cada beso una esmeralda
Y de cada corazón una dulce morada…
Para continuar caminando
Por la vereda de la vida enamorada…
Un abrazo de esperanzas
Y un beso de añoranzas.
¡¡Feliz Navidad para ti y familia!!
Atte.
María Del Carmen
Que ciertas tus palabras Loli: "No hay que olvidar quienes somos, de dónde venimos, agradecer la ayuda de quien impulsó esa prosperidad, generalmente personas más instruidas que lo hicieron con gratuidad y sentir el orgullo por lo mucho que han trabajado los nuestros para salir adelante".
ResponderEliminarFeliz Navidad y Feliz 2013! Paz, amor y sabiduría para ti.
Son los deseos de
David Cotos de observandocine.com
Lapislázuli, así fueron los orígenes de un barrio al que tenemos tanto apego y en el que nos gusta vivir, además nos conocemos de toda la vida.
ResponderEliminarEl viernes colocaré mi felicitación navideña para todos vosotros.
Gracias por tus buenos deseos. Besos
A la gata coqueta:
ResponderEliminarMaría del Carmen, no dejo que el espíritu navideño caiga en saco roto, trato de vivir los 365 días de acuerdo con su decálogo y pido por la tranquilidad que tanto necesita este mundo.
Amiga, gracias por tu poema y un fuerte abrazo de Navidad.
David Cotos, de alguna manera vamos tejiendo en la memoria las experiencias significativas de nuestra vida, el ayer y sus recuerdos, unos agradables, otros no tanto, también con los problemas de cada día a los que buscar una salida y lo mejor de todo es que eran tiempos en que no se decía como ahora "sálvese el que pueda".
ResponderEliminarQue seas muy dichoso en este nuevo año, rodeado de las personas más queridas.