UN LIBRO: EL PLANETA TIERRA DE LEONARDO BOFF

Hoy vengo con un libro que acabo de terminar de leer escrito por Leonardo Boff, autor de más de 60 libros con títulos como “La solución de la Tierra no cae del cielo” o “el grito de los pobres”. Miembro de la Comisión Internacional de la Carta de la Tierra. Este teólogo y profesor de ética y filosofía de la religión nos habla en sus páginas de la prosperidad material, de la riqueza de los pueblos, la explotación de la fuerza de trabajo o la dominación de la naturaleza.
La prosperidad nos trajo satisfacción, pero no más felicidad, pues era más material que espiritual. Nos colocamos en un pedestal solitario desde donde pretendemos dominar la Tierra y los cielos. Urge hermanarnos con todos los seres para hacer realidad el vivir sin miedo y en paz, una plenitud que es el resultado de las relaciones adecuadas con todo, consigo mismo y con la naturaleza.

En sus páginas conoceremos dónde nos equivocamos, el colapso del sistema mundial, las alternativas energéticas, los engaños del mercado, el hambre y los alimentos como negocio, habla de ricos epulones y pobres lázaros, de los peligros de la arrogancia del imperio, de quién manda en el mundo, del choque de civilizaciones o de  la compasión como las más humana de las virtudes.

Que la calidad de vida se ha degradado no es nada nuevo, tampoco lo es que los gritos de los hambrientos no pueden ser silenciados, que nuestra sociedad sea insatisfecha y nerviosa o un asunto importante como que si el clima llegase a aumentar 4º centígrados, según dicen los investigadores serios, la vida, tal como la conocemos no sería posible. Entre los recursos que hemos explotado en exceso unos son renovables pero ¿qué pasará con los que no lo son?.

Exprimiendo todo su jugo a este libro he comprendido que hoy hacen falta economistas-pensadores, esos que no van a prometernos el mejor de los mundos, esos que saben que se ha vuelto precario el trabajo por haberlo sustituido por la máquina. Tenemos cosas que revisar y ser menos arrogantes mientras la humanidad demanda alimento, agua, salud, vivienda y seguridad. Los derechos son transformados en necesidades humanas y estos derechos serán negados a quienes no puedan pagar o ser consumidores. Hemos modificado todo, desde la cría de animales a los productos químicos que añadimos al suelo. Boff nos explica cómo la producción de nuestros países no sirve para alimentar a la población sino para alimentar el ganado de los países industrializados y mientras tanto se sacrifican vidas, se crea trabajadores que sean verdaderos esclavos, se habla de competitividad y no de cooperación por aquellos que detentan el tener, el saber y el poder.

Si los bienes se poseyeran en común serían los hombres malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y pondrían menos en el
granero de la comunidad.

Francisco de Vitoria.

Cuando hablamos de civilización nos referimos a la occidental, que a partir del siglo XVI es mundializada por el proyecto de colonización de los nuevos mundos. Nuestro problema es que nosotros cuando comemos pensamos en otra cosa, cuando dormimos, no pegamos ojo porque estamos llenos de preocupaciones, por tanto lo que debemos hacer es entregarnos al acto de comer o al de dormir, como decía Santa Teresa: “cuando gallinas, gallinas, cuando ayuno, ayuno”, esa actitud vale para todo, para andar, respirar o limpiar un plato. No tiene que haber dualidad,  tienes que estar todo tú en todo lo que haces. Orientales, occidentales, cristianos y budistas somos como peces grandes y pequeños viviendo en el mismo océano.

El actual presidente de la Asamblea de la ONU, Miguel d´Escoto ha creado grupos de estudio sobre los más variados temas, hay representantes de los países ricos que encuentran el comportamiento del padre Miguel muy extraño, debe ser extraño oír en la ONU cosas que nunca se han oído tales como solidaridad, cooperación y amor....., en sus discursos saluda a todos como hermanos y hermanas.

¿En qué nivel del infierno de Dante nos encontramos?. Lo que queremos es no ver a los niños medio desnudos y barrigudos, ni enfermedades infecciosas de todo tipo viajando a la velocidad de los mercados, a los jóvenes con armas, a los hombres desempleados, a las niñas ejerciendo la prostitución, queremos andar de noche sin miedo a ser asaltados, todo esto hace que la violencia se utilice como forma de venganza. Hacen falta lugares de ocio y arte, creación de centros comunitarios, cooperativas de construcción de viviendas, proyectos de educación y menos gasto en seguridad policial, vigilantes privados, vehículos blindados, circuitos internos de TV.

Conquistar pueblos y “dilatar la fe y el imperio” fue el sueño de los colonizadores que no conocían límites pero nada hablamos de austeridad compartida, hay que cambiar a Alejandro Magno, Hernán Cortés y Napoleón por Francisco de Asís, Gandhi, Irma Dulce, Madre Teresa, Juan XXIII o Luther King,

Comensalidad significa comer y beber juntos alrededor de la misma mesa, con relaciones familiares, como una experiencia existencial, un rito, el alimento es apreciado y objeto de comentarios, alegría de la madre o de quien cocina, es notar la satisfacción de los comensales. Pero la mesa es también lugar de tensiones y de conflictos familiares.
Hay una simbología en torno a la mesa que se ha debilitado, que ha quedado reservada para los domingos y los días especiales de fiesta o aniversario cuando la familia y los amigos se encuentran.

La mesa familiar se ha sustituido por el fast food, comida rápida que sólo hace posible la nutrición, pero no la comensalidad. Si nos remontamos al pasado, el hombre salía a recolectar frutos, cazar y pescar, no comían individalmente lo que conseguían reunir, tomaban alimentos y los llevaban al grupo. Eso era practicar la comensalidad, la distribución de alimentos entre todos y la comida grupal, esa fue una forma de hacernos humanos, por eso hay que reservar tiempo para la mesa en su sentido pleno, con conversación libre y desinteresada, es una fuente de renovación hoy globalmente anémica.  La palabra comensalidad me ha gustado mucho por su significado de comunión y hermandad, es sentarse para compartir, opinar sin censura y comentar los hechos cotidianos sin ninguna ceremonia.
Sin duda me ha parecido un libro magnífico escrito por un hombre que nunca dejará de ser quien es, estas han sido sus palabras que no las mías, a Boff, que escribe desde la amarga realidad le gustaría poder decir que los cínicos pierden siempre la partida pero sabe que no es así.   En estas páginas  hace una crítica de la ceguera de la sociedad actual aportando algo de luz, audacia y esperanza a nuestro futuro.