Repite: El mundo está en paz y yo también

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miércoles, 26 de octubre de 2011

LAS CARICIAS DE MADRID


Sobre Madrid se ha escrito mucho, tiene un sin fin de estereotipos que seguramente no coinciden con el Madrid de hoy pues nada de lo que veamos retratará su verdadera cara.

Este fin de semana comprobé que no para de ser reclamo de turistas, que atrae la simpatía de los lugareños, la arquitectura o quizás una hostelería que mima al cliente alejándose mucho de la sequedad y altivez de otras ciudades.  No he visto a nadie que diga que su fama no es justificada, tiene el encanto de lo no objetivable y me hizo sentir bien.  Para unos poesía, para otros un dibujo, una canción o una foto, así va a ser esta entrada de hoy.

 Nunca se sabe lo que esta ciudad puede sacar de nosotros porque es una ciudad que no se ve, se respira aunque alguno dirá que es irrespirable.  Y como yo disfruto de todo, ya sea arte, monumentos y compartir comidas,  el romanticismo que le pongo no me deja sentir si se trata de una ciudad ruidosa,  si las aguas sucias las veo cristalinas, si las calles están  invadidas de turistas empeñados en tomar el mismo plano de vídeo, tampoco me importa guardar filas interminables para entrar en un palacio o en la catedral, así que añadiré un mito más de los inventados por el lenguaje de los nostálgicos y soñadores.  Basta decir que un anciano me sigue con la mirada y al alejarse le dice a su acompañante: "al ver a la señorita del sombrero rosa, he vuelto a sentirme joven", cómo iba a suponer que yo inspirara en él tal emoción mientras me tomo un café con leche y un croissant.

No digo que falte razón al que asegura que el mundo es un pañuelo a veces con las puntas muy largas porque estando en un museo oigo a mi espalda: ¡viva Zaragoza!, mira que ir a encontrarme conocidos, ya ni en Madrid puedo perderme.  Decimos por aquí que si no quieres que algo se sepa, ni siquiera lo pienses.
En la puerta de un aseo público, haciendo fila para entrar al lavabo un señor se me acerca para contarme un chiste que me deja perpleja:  " ustedes las mujeres siempre en la cola para ir al aseo cuando los que tenemos la cola somos los hombres".  No salgo de mi asombro de que un caballero de apariencia tan refinada me diga estas cosas sin conocerme de nada, intento mostrarme seria para no reír la gracia; "muy señor mío, si usted pretende ligar conmigo, con esa frase no tiene nada que hacer".  Disculpo su torpeza pensando que es la hora del vermouth y acaba de tomarse un trago.

Durante el viaje tengo por compañero de asiento a un señor que con su móvil, negocia con una agencia inmobiliaria el precio de un piso que intenta vender y cada vez que se lleva un caramelo a la boca, me ofrece uno, el cual acepto con agrado.
Una joven intenta cambiar sin éxito su billete y suplica entre sollozos que por favor la lleven a Madrid, nadie pregunta a qué va pero la negativa es tan rotunda como indiferente, me sorprende la frialdad con que es tratada al tiempo que me angustia su llanto.
Delante de mi  un joven ingeniero zaragozano asegura que el domingo hay que caminar temprano por las calles, desayunar en una terraza y visitar el Museo de Sorolla, tomo buena nota de su recomendación.
Si a las ciudades les ocurriera como a la fruta, que madura y alcanza su punto dulce en tal o cual estación del calendario, el otoño sería cuando la villa estaría para comérsela.  Merece una "parada y fonda" por el abanico de propuestas que ofrece aunque esta romántica no puede dejar de ver a los que piden limosna, a los que duermen debajo de una caja de cartón o hacen fila, no para entrar a un museo, sino a la espera de un plato de comida.


Así iba el campesino a la ciudad, dispuesto a entender los misterios de la vida y del mundo.  Esto es lo que nos diría el poeta Gabriel y Galán de su estancia en la urbe grande y populosa hace un siglo.



Estuve en la ciudad. Vi la materia
brillar resplandeciente,
correr arrolladora,
sonar dulce y rugiente
y en la vida imperar como señora.
Reina del mundo, la ciudad entera
su esclava fiel, su adoradora era.

...... obstruían el paso
en plazas, jardines y museos
las estatuas alzadas a la diosa,...
......y la gran muchedumbre
de libres ciudadanos de rodillas,
en hábito de eterna servidumbre
 entonaban su canto de costumbre:

  «¡Te adoramos, oh diosa, te adoramos!»


Estuve en la ciudad y vi la vida.   
Es ligera y hermosa...                     
¡Qué deprisa las horas sin regreso
rodaban por encima de los seres!
¡Qué nervioso el avance del progreso;
qué fuertes los placeres;
las fiestas, qué brillantes;
qué hermosas las mujeres
y los hombres, qué cultos, qué elegantes!

Lo que sabe el varón adusto y grave
que en el pobre lugar pasa por sabio,
cualquiera allí lo sabe;
por eso es elocuente todo labio,
porque los abre del saber la llave.




Conocen allí todos
los secretos del Arte y de la Ciencia;
saben de varios modos
faltar a la verdad con elocuencia;
saben negar, audaces;
saben reír, satíricos feroces;
saben gustar, voraces,
las mieles de las mieles de los goces,
y saben ser flexibles, distinguidos,
hablar con gran finura
y obrar con gran descoco...
¡Saben vivir unidos
amándose muy poco! 







Aquí dejo estas fotografías  del Museo de Sorolla en el que permiten utilizar la cámara sin flash.  
Tuve la suerte de poder tomar algunas fotos en otro monumento que no nombraré a fin de preservar la identidad de la señorita que me facilitó el permiso: "Haga usted la foto que yo no he visto nada".






Cuando hablo de realismo colorista no puedo evitar comparar a mi pintor favorito Román Francés con Sorolla, en ambos hay alegría en sus óleos.  Paisajes donde están tratados de manera especial, el agua de las fuentes, el verde de la naturaleza, el ambiente sereno y la atmósfera al igual que Sorolla lo hace con la luz y el mar, teniendo siempre presente a la familia y a los amigos, su casa y su estudio y en especial a sus hijos y a su mujer Clotilde la cual veremos en varias de sus obras.  Román Francés envuelve a mujeres y niñas en coloridos mantones, hasta las flores parece que se escapan de sus cuadros para mostrarnos su aroma.  Después de haber visto este Museo creo que en los jardines de Granada con el pincel del maestro Sorolla, se escucha la vida y se siente el silencio.
Espero que os haya gustado.  Saludos a todos.  Hasta el fin de semana no podré visitaros.  Gracias por la espera.

8 comentarios:

  1. Qué hermosa entrada! Bellas fotos, gratas explicaciones que invitan a volver a Madrid. Hermosa presentación. Un placer visitarte. Gracias Loli.

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  2. Maravillosas fotos y hermosa nodelo rubia.
    Feliz fin de semana y feliz pueste.
    Un abrazo.

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  3. Yo estuve el año pasado en la casa de Sorolla y me dejó alucinado, de echo puse algo en mi blog. Bueno un beso desde Murcia..y comparto eso de ir Madrid un finde..un beso desde Murcia...seguimos...

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  4. Queridos Julie, disancor y alp:

    Hoy prefiero visitar vuestros respectivos blogs.

    Julie: ya estoy con ganas de volver y adivino el parpadeo de las luces a lo lejos.

    disancor: muy hermosa estuve a los 18 años. Tengo puente, aprovecharé para asuntos burocráticos.

    alp: la casa es preciosa y el jardín, un remanso de paz.

    Un abrazo a los tres.

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  5. Hola Loli,

    Por tus fotos, te dio tiempo a ver muchas cosas. Y lo que te qeudo... mejor, asi tienes una excusa para regresar :)

    Saludos

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  6. Hola Paco, voy con la cámara a todas partes, no pude ver tanto como hubiera querido pero en adelante tu blog me orientará de todas las novedades. Excusa ya tengo una, conocer a un amigo bloguero con el que por falta de tiempo no pude quedar a tomar una caña, algo tan importante como el arte.
    Un abrazo

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  7. ¿Quién será el "suertudo" de amigo ciber a quien tienes prometida visita en tu próxima escapada a los Madriles? ¡Emoción, intriga, dolor de barriga!

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  8. Manuel, ella se pone nerviosa de pensarlo y entonces padece onicofagia.
    Canta Sabina: ¿Quién será el dolorido?, si quedar con ella duele porque se llama Dolores y hay dolores que matan.....

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