Teníais que haber visto la emoción que me ambargó el día que conocí a un grupo de indígenas que me permitieron acercarme a su pequeño universo, algunos me decían al despedirse: "gracias señorita" tan sólo por haberles acompañado alguna tarde; pocas palabras pero entrañables y sinceras.
No tenían agua, ni luz, ni educación, ni salud; con qué felicidad miraban a mi cámara, cuánto exotismo en las fotos. Deslumbrada por sus vestidos y peinados me preguntaba que quizás no fueran tan ancianos como aparentaba aquella piel curtida por el sol y el viento y así era, no sólo el clima sino las luchas, las aspiraciones, las dificultades, las esperanzas, las frustraciones, todo estaba reflejado en las arrugas de aquellos rostros ajados por la intemperie.
Para mi fue un verdadero encuentro, un momento de mucha carga emotiva, así pude saber que para ellos la tierra es "la madre" y a la madre no se vende sino que se defiende si es preciso con uñas y dientes. Saben muy bien que el enemigo común es el vil metal, que todo lo que toca lo envenena. Unas veces han sido víctimas de la represión, otras olvidados y marginados de las políticas públicas, se reconoce su singularidad, las leyes lo dicen así pero sin llevarse a cabo de manera práctica.
Aunque me estoy refiriendo a los mayores, los jóvenes, con sus escasos conocimientos no pueden superar el exámen de ingreso que les permita cotinuar estudiando, muchos abandonaron porque tampoco es fácil desplazarse desde sus comunidades para estudiar, y no es sólo que sea caro sino que no se les ofrece una educación intercultural porque los planes educativos no contemplan los conocimientos de los pueblos originarios, lo cual se convierte en una dificultad añadida.
Los latifundistas poseen casi toda la tierra, los terratenientes se enriquecen con las exportaciones, hay especulación inmobiliaria y otros muchos males.
Quiero lavar su nombre porque no es cierto que quieran ser freno al desarrollo y la modernidad, se puede decir que son las multinacionales que pactando con los estados les arrebatan el territorio que les pertenece, bien para extraer minerales, madera o construir presas sin olvidar el petróleo que como alguien dijo: "mancha todo, incluso las conciencias".
Amiga Loli. El cuadro que has fotografiado se encuentra en la Iglesia de la Santa Cruz, de la congregación de los Pasionistas de Buenos Aires. Efectivamente es de nuestro Premio Nobel Adolfo Pèrez Esquivel, y está detrás del altar en el que también se preserva una reliquia: un fragmento de la camisa ensangrentada del Mártir de los Pobres Carlos Mugica, un cura argentino villero y peronista, asesinado en mayo de 1974, que dio su vida en la lucha por la justicia social. Fue pintado en 1992, cuando le requirieron una obra que reflejase el Vía Crucis Latinoamericano para hacer memoria del Encubrimiento de América, como llamamos por estas playas lo que otros bautizan como descubrimiento. Este cuadro también se conoce con el nombre de "Jesús resucitado con rostro latinoamericano caminando con su pueblo", y es la estación número 15: la Resurrección. Un saludo cordial desde la Argentina.
ResponderEliminarHola. Acabo de ver tu comentario. Siento mucho que esta respuesta sea tan tarde y me alegra tu aclaración tan bien documentada. Por lo que me cuentas parece ser que hice la foto a un cuadro que es copia del que se encuentra en Argentina ya que esta misma obra pude verla en el Seminario de San José en Cochabamba (Bolivia). Por lo demás no voy a negar esa etapa oscura del que tú llamas "Encubrimiento de América", un tema amplio para discutir. un abrazo.
ResponderEliminarGracias!!! A Loli y a "Turco" por toda esa informacion sobre la pintura ... Soy Salvadoreño y trabajando en Estados Unidos desde el año 2000 llego a mi como un regalo una copia en lienzo de esta pintura desde entonces la he conservado y buscado el titulo y procedencia de la obra original ..,, hasta hoy que gracias a Ustedes .... Puedo saber el origen ... Gracias!!!!!
ResponderEliminar