“SOPORTAR AL VIEJO”
Hoy quiero colocar un poema de Ramón de Campoamor
Digamos que el amor de los padres hacia sus hijos no tiene límites y sobre el amor que los hijos tienen por sus progenitores, siempre se ha dicho que es un cariño menor:
Los padres y los hijos
Un enjambre de pájaros metidos
en jaula de metal guardó un cabrero,
y a cuidarlos voló desde el otero
la pareja de padres afligidos.
Si aquí -dice el pastor- vienen unidos
sus hijos a cuidar con tanto esmero,
ver cómo cuidan a sus padres quiero
los hijos por amor y agradecidos.
Deja entre redes la pareja envuelta,
la puerta abre el pastor del duro alambre,
cierra a los padres y a los hijos suelta.
Huyó de los hijuelos el enjambre,
y como en vano se esperó su vuelta,
mató a los padres el dolor y el hambre.
Ramón de Campoamor.
En este tema acerca del maltrato a las personas mayores se contemplan diversas situaciones que pueden darse en el ámbito familiar o institucional: desamparo, trato inaceptable, negligencia a la hora de alimentar al anciano, golpes o suministro exagerado de sedantes. En casa tuvimos tantos años al abuelo que nos resulta una postura muy cómoda observar cómo otros hacen lo contrario, nunca se hizo como obligación sino como deber cumplido y bien que bailaba yo con mi abuelo, un hombre que era muy sociable, que le gustaban las verbenas del barrio, pasear por el pinar, jugar a las cartas, se apuntaba a todo y tantas veces como enfermó, fue cuidado, por nosotros, en nuestra casa y con esmero. Los recuerdos son muchos y como debe ser tuvo su propia habitación y su hueco en la mesa aunque a veces, por la edad, no comiera correctamente; pero por desgracia hoy en día la imagen que se atribuye al anciano es la de sujeto pasivo, improductivo y socialmente terminal. Se le considera carga o incluso que está viviendo de más, que no aporta nada y en cambio demanda mucho, sin tener en cuenta lo que han trabajado, luchado y se han sacrificado por dar a sus hijos, placeres y felicidad, a cambio los hijos egoístas cuando ven una dificultad dicen: “esto me lo quito yo de encima como sea”. Cuantas veces hemos oído que le han vendido la casa, lo han llevado a una residencia y que ya no podrá regresar porque no tiene un hogar en el que vivir o ese caso que saltó a las páginas de los periódicos que hablaba de aquel anciano que había sido abandonado en una gasolinera cuando su familia lo hizo bajar del coche con engaños, lo mismo que se abandona a una mascota cuando llegan las vacaciones y es un estorbo. Los abuelos pueden llegar a ser mano de obra gratuita, con carga de trabajo y preocupaciones que sobrepasan sus capacidades, ellos quieren ser útiles a la familia pero a la vez renuncian a su propio bienestar. Algunos viven solos y no por propia voluntad y a otros se les explota económicamente pidiendo al anciano que ponga su pensión y ahorros en manos del familiar que lo va a cuidar.
Triste destino para los que nos dieron la vida, nos arrullaron los sueños, nos enseñaron a caminar y nos cubrieron de besos. Como diría Gabriel y Galán: ¡Cuántas noches de desvelo, costé a mi madre querida!......
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