Reflexionemos que en una plantilla viven todo tipo de personas y que el trato ha de llevarse con tacto y buena voluntad, soluciones yo siempre digo que hay tres, no encuentro otras: a la resignación me opongo, porque ni resignarse ni desesperarse sirven de nada, quedan dos: plantearse buscar un trabajo más saludable o esperar que sea la otra parte la que abandone el barco de modo que cuando una relación laboral no se siente como satisfactoria es porque no lo es pero el trabajo es el sustento que no podemos poner en peligro y acudir a los superiores no sólo no es efectivo sino poco recomendable.
Hablemos también de actitudes en la empresa, de frases de una directiva dictatorial como las siguientes: “yo pago para que trabajen, no para que opinen”, “El que no esté contento, la puerta tiene abierta” y qué decir de una sentencia que hasta provoca la risa: “Pague usted bien a sus empleados y todo marchará como una seda”; dicho esto pudiera interpretarse que el dinero es la panacea que disuelve todas las tensiones en la empresa y sin embargo con dinero no se solucionan todos los conflictos que pueden presentarse, falsa creencia, porque el trabajador no está dispuesto a pasar por todo con tal de que se le pague. Hay factores que no tienen nada que ver con el salario, con la cantidad de trabajo exigido o con la duración de la jornada, considerados como algo decisivo en el comportamiento del empleado y aunque no se debe despreciar el aspecto económico no es el que causa el bienestar profundo de las personas.
DE PROFESIÓN JARDINERO
Los libros de organización empresarial nos hablan de que existen personas con aversión al trabajo que si trabajan es porque no hay otra alternativa para sobrevivir, que sus metas e intereses se hallan en conflicto con los de la empresa, se dice que el dirigente se
siente “padre” de sus empleados que son considerados como menores de edad, que el empresario dedica mucho esfuerzo en lograr que cada uno haga lo que no tiene ninguna gana de hacer y que se debe evitar dar cargos a personas poco competentes en un puesto que “les viene largo”. Estas son las dos caras de una misma moneda porque en mis manos tengo un cuadernillo titulado “Atropellando en el lugar de trabajo: un ataque a la dignidad humana” publicado por el Gobierno de Aragón y UGT, merece la pena leerlo y preguntarse si será que hace unos años no existía esta enfermedad o será que aquellos que la padecieron fueron tomados por locos sin más, es un cuadernillo que me parece interesante por los testimonios que en él se reflejan en primera persona donde los afectados relatan sus experiencias teniendo como interlocutores a psicólogos, sociólogos y expertos en salud laboral.
Me he encontrado con que existen más de cuarenta formas de humillar al prójimo, entre ellas la de ser ridiculizado, que imiten tus gestos, ser llamado con nombres denigrantes, las indirectas, los rumores infundados.. todas consideradas por menos graves porque las de alto grado son tan terribles como ciertas. Puede darse del jefe al subordinado, del subordinado al jefe o entre compañeros.
En Suecia, uno de cada cinco suicidios es por causas laborales. En estos momentos en cualquier parte del mundo hay alguien que está ejerciendo atropellos a personas de bien.
Si piensas que poco puedes hacer, te equivocas.
Y lo dijo Virgilio: “¡Pueden porque creen que pueden!”
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