Repite: El mundo está en paz y yo también

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miércoles, 3 de marzo de 2010

SOLEDAD SIN DESOLACIÓN

Estas imágenes las podemos ver en la calle Don Teobaldo de Zaragoza

Leía el otro día un artículo que hablaba de que la soledad no significa aislamiento, en él introducían una foto de una mujer caminando sola por la orilla de la playa y esta frase de la antropóloga y feminista mexicana Marcela Lagarde: “nos han enseñado a tener miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad, de lo que deducimos que estar solas es una forma de transgresión de las normas que nos han impuesto". Hablaban de cultura patriarcal, de generaciones en las que nos han mantenido controladas a las mujeres.
Y yo pensando en la soledad voluntaria, aquella que buscamos momentáneamente y por deseo propio la que es una necesidad junto a algunos dichos populares como: “el buey suelto bien se lame” o “la soledad por la libertad”, en cambio la involuntaria, cuando sin quererlo no se tiene compañía, esa puede causar enfermedad. Yo más me inclino a pensar que en la soledad, como sentimiento, hay un desajuste entre lo que se desea y lo que la vida te ofrece, aparte de ser un mal de nuestro tiempo.
Hemos llegado a tal punto de soledad que un día escuché en una céntrica calle de Zaragoza a una señora solicitándole a su perro: "dile cositas a mamá" sin que el cachorro respondiera ni un mínimo ladrido, la gente sonreía creyendo ver enajenación mental en tal actitud. Nada de eso, el cariño es recíproco y la soledad ha convertido a las mascotas en la mejor medicina para reducir la ansiedad además de servir de consuelo, lo mismo que hace un tiempo se puso de moda la terapia de los abrazos gratis por las calles, abrazos de desconocidos que levantaban lágrimas de emoción y reconfortaban tras un día intenso de trabajo, buenos también para la salud y el bienestar de los que se encuentran solos.


Podemos referirnos a la carencia voluntaria desde un enfoque positivo, otra cosa es animando a las mujeres y olvidando, como digo, otras muchas soledades que no se desean.... en la vejez, la enfermedad, la orfandad, la separación, la viudedad, todas ellas por circunstancia y no por vocación; tanto para los que la sienten estando acompañados como para los que han sido olvidados no hay fórmulas mágicas.
Todos necesitamos un equilibrio entre la soledad y la necesidad de comunicación, es cierto que vivimos en una sociedad de redes sociales pero en el fondo cerrada, no hay cabida para la relación de vecindad o si la hay, a veces es poco profunda, con cortesía pero sin solidez, para nada como aquella que hubo en otros tiempos, tampoco negaré que prima el desarraigo, que entre las generaciones hay grandes lagunas y pocos lazos, que se han perdido los puntos de encuentro y las relaciones entrañables.

Les contaré lo que en cierta ocasión me sucedió: un día de fuerte viento un anciano en el parque suplicaba ayuda al haberse caído, me ofrecí en acompañarlo hasta su cercano domicilio y durante un tiempo fui a visitarle, vivía solo, no le quedaba familia ni pariente próximo; su costumbre era encender todas las luces de la casa para recibirme, en ese tiempo no me faltó una copita de moscatel, tenía algún desvarío propio de la edad y muy ceremonioso me besaba la mano al despedirme, el primer día me mostró el retrato en la pared de una bella mujer, su novia, que murió unos meses antes de la boda. Solía decirme: "Eres una joya que viene a salvar a un viejo trasto", me recitaba poemas, me cantaba flamenco y al atardecer me invitaba a abandonarle: "No quisiera retenerte, tendrás tus compromisos, pero quiero que sepas que me haces rejuvenecer cinco años con tu visita", hoy gracias a ese anciano he recordado esta historia, ejemplo de muchas soledades.



Fotografía a la que he aplicado un filtro de lápices de colores

El artículo que leí hace unos días se inclinaba hacia la independencia femenina, de mujeres libres que entran y salen sin dar explicaciones, no mencionaba que hay muchas mujeres disfrutando de su hogar, que desean tener pareja, vivir fuertes lazos afectivos y formar una familia, para ellas quedarse en casa no es un lastre, porque hoy en día, en esta parte del mundo, la mujer tiene su espacio propio, su tiempo, aunque sea ama de casa o se dedique a “sus labores” sabe buscar dentro de sí misma; eso sí, no se puede huir llenando la soledad con relaciones y actividades poco satisfactorias porque aunque lo digan, la soledad no es ser uno mismo sin ayuda ajena, para muchos implica aflicción, ausencias, experiencia desagradable, negatividad, desamparo, falta de ánimo..

En cualquier revista recomiendan buscar amigos, vecinos, comunidades, aprender a estar bien, caminar, nadar, hacer yoga, vivir el momento, sin tener en cuenta que siempre hay alguien que al cerrar su puerta se queda dentro con todos los sinónimos de la soledad: abandono, aislamiento, incomunicación, tristeza, pena y pesadumbre.
En el pasado la mujer “sola” era incompleta, anormal y una pobrecita infeliz, todavía en algunos lugares pasa de la propiedad del padre a la del marido y en países avanzados cuando rechaza tener descendencia se le tacha de egoísta, inmadura e inmoral, no comparto la decisión de poder tener hijos y no querer tenerlos pero tampoco lo juzgo, quiero pensar que lo hacen en pro de una carrera profesional que hace inviable las dos facetas, otras veces las vivencias personales no suceden con premeditación, no es ni siquiera elegir el modo de vida que a uno le interesa porque muchas veces es el resultado de no haber elegido nada, yo doy gran importancia a la familia, no me gusta el feminismo radical que excluye al hombre y soy sabedora de que no faltarán sensaciones encontradas entre los que desean una vida sin ataduras con momentos en lo que se puede llegar a pensar si acaso vivir para sí mismo es vivir a medias.
Bécquer dijo que la soledad es muy hermosa cuando se tiene alguien a quien decírselo y otra opinión muy certera es la de Carmen Martín Gaite: “ la soledad se admira y se desea cuando no se sufre”.

3 comentarios:

  1. Has hecho una entrada tan completa de la soledad que poquito queda decir.
    En la mayor parte de las cosas estoy contigo.
    Siempre he dicho que la soledad buscada agrada pero la impuesta mata.
    Si te soy sincera echo de menos en algunos momentos estar sola.
    En casa siempre les digo que me voy a ir una temporadita a una de esas casas que tienen unos monjes budistas en Panillo (Huesca) y la verdad que no me vendría mal.
    Mmmmmm lo pensaré.
    Por cierto, siempre que voy por la calle hablo con mis perros, no me importa lo que piensen los demás y....no estoy sola.
    Bonitas fotografías.
    Un besín, bonita.

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  2. La soledad, que importante puede ser en algunos momentos, si es buscada y no impuesta.
    Pero no pienses, prefiero siempre estar rodeado de los míos, incluidas mascotas, y de la gente que quiero.
    Es mala cosa la soledad, verdad, cuando no es deseada.

    Un abrazo amiga, y bellísimas fotos.

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  3. Emilio, mala cosa la soledad, como llorar zumo de limón; yo también hablaba a mi gata y creo estar cuerda.
    Hay un chiste en el que un cartujo al encontrarse con otro le dice: "qué paz hay hermano, qué paz" y el otro le responde: "había hermano, había".
    Emibel he pensado olvidarme del ordenador, del reloj y del móvil, ahora preparo la mochila y nos vamos a Panillo, al balnerario de Alhama o a la Hospedería del Monasterio de San Juan de la Peña, nos llevamos música, un buen libro y a pasear sin prisa por estas maravillas que tenemos en el reino de Aragón; van a pensar que soy chauvinista, no quise hacer publicidad pero si necesitas paz y silencio, soy la mejor compañía, ja, ja...

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