Repite: El mundo está en paz y yo también

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domingo, 1 de febrero de 2009

BOLIVIA. "LA PAZ EN LAS ALTURAS"

Este año nos decidimos por un país andino, Bolivia, el menos desarrollado de todo el Hemisferio Sur. Nuestro destino era la ciudad de Cochabamba, a la que llegamos con el tiempo un poco ajustado ya que no queríamos perdernos la festividad de Santa Ana para poder participar en un día tan especial para la Comunidad.
Incorporamos este verano una experiencia más, un curso lleno de vida que tiene como recompensa diaria la amabilidad que te ofrecen desde que llegas. Nosotros hemos tomado cuanto nos han dado, siempre en un ambiente muy familiar, preparado todo con mucho cariño porque se trata de gente humilde, dispuesta al acercamiento, con la ventaja de tener la misma lengua aunque las formas de hacer, de relacionarse y de vivir sean otras.
En una sociedad tan desfavorecida la Casa de Acogida alberga a nueve niños y seis jóvenes madres, algunas en gestación y dos Guarderías la más antigua fundada hace 14 años, en ambas hay casi un total de cuatrocientos niños, allí desayunan, almuerzan y meriendan; las Hermanas buscan una dieta equilibrada, por eso nos confiesan: “para los niños, todo lo mejor”, allí tienen garantizada la alimentación y la educación porque saben que la escuela es su única arma contra la miseria ya que la formación queda para siempre. En primer lugar hay gran preocupación por la nutrición en la infancia. El papel de la mujer en esta zona tiene una realidad dura, hay muchas madres solteras o abandonadas que se hacen cargo de sacar adelante ellas solas a un buen número de hijos A nosotros, como voluntarios nos basta con pensar que en este tiempo, les hemos hecho la vida más alegre porque en la pobreza se sabe querer mucho más.
Los niños se emocionan con sensaciones cotidianas; por eso cualquier novedad es un acontecimiento. Todos los rincones de las guarderías son muy acogedores y están repletos de frases, carteles que enseñan las normas básicas de higiene, dibujos, fotos, en definitiva, de colores ....se les educa con mucho amor; después vas viendo a las madres llegar por caminos llenos de pendientes y piedras con los niños a la espalda colocados en sus aguayos.
Uno de los momentos más emocionantes es cuando empiezan a formar fila a la hora del almuerzo, disciplinados, cantan y rezan dando gracias por los alimentos que van a tomar. Es visto y no visto que una vez en la mesa la comida desaparece, nadie dice “no quiero más”. Se hace necesaria una mejora en el agua potable y un mejor alcantarillado, son muchas las carencias en un país donde son frecuentes las oleadas de conflictos sociales, sin embargo en ningún momento dejó de asombrarnos la inocencia de sus gentes y la alegría de las Hermanas de Santa Ana, nuestro gran apoyo, tan sabias y expertas, dando buenos consejos cuando es necesario.
Nuestra idea desde el primer momento era sentirnos ocupados y útiles y efectivamente el trabajo allí no falta. Ayudar en cocina, comedor, barnizar los columpios de madera, pintar, limpiar el jardín, decorar las paredes con personajes de cuentos, ordenar herramientas, colocar estanterías para el material didáctico, organizar una fiesta con payaso incluido, reparto de golosinas o clase de globoflexia, cualquier iniciativa es bien recibida; también hemos asistido a las reuniones de Acción Social en la que la gente de la zona acude para solicitar ayuda económica por diversos motivos. Se ha hecho el reparto de la compra del Mercado de campesinos en el que se adquieren las frutas y verduras directamente del hortelano. Tuvimos desfile infantil en el Día de la Patria con sus correspondientes ensayos la semana previa. Con algunos donativos se decidió invertirlos en una obra tan pequeña como necesaria, antes de que llegaran las lluvias. También hemos ido a SEDEGES (Servicio Departamental de Gestión Social) para recoger los productos de primera necesidad (avena, azúcar, pasta, etc.); hay colas para comprar gas y una subida extrema del precio de la canasta familiar. Es hora de irse y estamos tristes. Agradecemos todos sus detalles.... las tarjetas hechas a mano, el fresquito de linaza que nos preparaban mientras trabajábamos pensando en que podíamos tener sed. Después de haber conseguido los objetivos que nos habíamos marcado antes de comenzar nuestro viaje, estamos satisfechos de poder decir en doble sentido: ” misión cumplida”. Hemos pasado un mes pero da la sensación de que han sido muchos más. Todos preguntan cuando vamos a volver. No sabemos ¡Ojalá que sea pronto!

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