Repite: El mundo está en paz y yo también

Repite: El mundo está en paz y yo también

viernes, 6 de mayo de 2011

EXPOSICIÓN "LA LARGA NOCHE SAHARAUI"



MÁS ABAJO SE EXPLICA POR QUÉ LAS FOTOS SON TAN OSCURAS.


A los saharauis no les gusta estar en los campamentos, quieren como es natural ser libres en su propio país. En estas fotos hay un niño que estudia matemáticas con la ilusión de ser ingeniero. Hay una joven que se casa al año que viene, la cual conoció a su novio en una boda, dice que dejó la escuela para cuidar a su abuelo.

Son muchos los blogs que en estas fechas hablan de los niños saharauis que en verano vienen a España con el programa Vacaciones en Paz. Entre los que aquí aparecen los hay que estudiaron periodismo, carrera que les brinda la oportunidad de escribir sobre sus circunstancias mientras siguen sin tierra confiando en ese referéndum que decida su futuro.



No son pocos los que un día vieron salir de casa a su padre con aquella frase: "estaré de vuelta pronto" y tardaron diez años en volverlo a ver. Prohibido está cantar canciones sobre su causa o hablar de independencia. Las quejas son unánimes, dicen que las Naciones Unidas envían ayuda humanitaria pero que no hacen nada más.
En esta exposición alguien nos habla de camellos, de sus múltiples utilidades, no sólo para beber la leche o comer su carne, también se usan para preparar remedios. Un camello macho vale 80000 dinares (700 euros), por una camella se paga la mitad, se crían para comerlos y celebrar el fin del Ramadán.


Otro de los fotografiados cuenta que tres veces por semana sale a las 6 de la mañana en burro hasta el pozo, caminando una hora, luego llena diez garrafas usando la cuerda pero resulta cansado porque está profundo. Se tarda dos horas en volver, vende el agua por las casas a 40 dinares (0,50 €) los diez litros.
Podemos leer el testimonio de quien fue seleccionado para ir a Cuba, allí pueden estudiar aunque durante el bloqueo de la isla las condiciones de vida fueron muy duras, al regresar estudió enfermería para trabajar en el hospital del campamento.
Verán a una mujer en el trabajo de desminado, con ropa especial y un detector de metales en la mano, ella dice estár despejando las minas, asegura que llevará más de 30 años limpiar toda esa tierra con el inconveniente de no poder trabajar a menos de 5 km del muro ya que no se permite ir a esa zona.


Leeremos que Njeila es un jardín natural, llamado así en honor a las palmeras. Cuentan que hasta el viento olía a libertad en los valles y las pequeñas casas de Smara pero que la invasión los cogió por sorpresa y hubo que huir a pie o en camello, muchos fueron entonces los capturados.


Un ingeniero agrícola dice que cuando llegó no era capaz de reconocer las plantas de la zona y que en el jardín cultivan tomates, pepinos, cebollas, pimientos, dátiles y melones. Se distribuye la comida a la gente del campamento de acuerdo al ciclo natural de las cosechas.


Cada una de estas personas, con sus nombres y apellidos tiene algo que contarnos, siendo especialmente conmovedor el hombre que fue detenido, encarcelado y condenado a muerte en 1980. Sabiendo que ejecutaban a los hombres por la noche, cada vez que oía un sonido pensaba que iba a morir. Después de catorce años la condena fue suspendida y al fin pudo dormir. La historia de este hombre dio la vuelta al mundo por eso fue visitado por la Cruz Roja y por Amnistía Internacional quienes consiguieron para él el perdón real. Han sido 24 años en prisión. Fue ganador del Premio Rafto de Derechos Humanos en Noruega, galardonado también en España pero hace unos años trató de ir a Ginebra para una convención sobre los Derechos Humanos con otras trece personas y sus pasaportes fueron confiscados.


La lista es extensa, termino ya con el caso de un Licenciado en Estadística cuya familia construyó una casa en Zemla, un barrio del Aaiún, la casa fue invadida, les obligaron a abandonar su hogar y vieron cómo era ocupada pero hay algo que conserva como propio que es, la llave de su casa e incluso los documentos que demuestran que esa vivienda les pertenece.


ANDREW McCONELL nace en Irlanda en 1977 y comienza su carrera como fotógrafo de prensa cubriendo las etapas finales del conflicto en Irlanda del Norte y la transición a la paz. En 2004 deja la fotografía de prensa para concentrarse en proyectos a largo plazo. Desde entonces ha trabajado en historias de todo el mundo, cubriendo acontecimientos en Europa, Asia y África, donde reside desde hace tres años. Su trabajo trata y documenta conflictos olvidados por los medios internacionales. "La Larga noche Saharaui" forma parte y continúa en gran medida, con esta línea. Gracias a una beca de trabajo de Médicos del Mundo, McConnell pasó cuatro meses de trabajo entre los campamentos de refugiados saharauis en Argelia. Este fotógrafo Premio Internacional Luis Valtueña de fotografía humanitaria se siente obligado a contar esta historia injusta a través de sus imágenes.


PARA VER LA EXPOSICIÓN UTILIZA LA LINTERNA. AL SALIR NO OLVIDES DEJARLA EN LA CESTA.


Para poder ver las fotografías tuve que iluminarlas con una linterna proporcionada en la entrada. De esta forma se pretende implicar a los asistentes y conseguir su complicidad para que el pueblo saharaui no permanezca invisible.




No crean que la foto ha salido mal, está oscura, lo sabemos, eso es lo que sucede al entrar a la sala, esta es una forma de mover al visitante a proyectar luz sobre la tierra y sobre este pueblo, una forma de impedir que ambos queden olvidados.


Médicos del Mundo reconoce que esta situación tan prolongada supone una flagrante vulneración de su derecho a la salud causando graves problemas a los refugiados; la falta de personal médico hace que se conviertan en personas de alta fragilidad ya que el muro impide el acceso a los servicios de salud. Las tasas de mortalidd en mujeres y niños en todas las wilayas de los campamentos son altas por eso se comenzó fortaleciendo la salud reproductiva materno-infantil.


Los voluntarios de Médicos del Mundo han realizado 600 consultas, 1800 intervenciones quirúrgicas y han implantado 81 prótesis oculares.

Yo creo que en condiciones muy diferentes todos hemos experimentado lo que significa extrañar el hogar cuando estamos lejos, temporalmente y de paso por otros lugares, nuestra tierra es como el ancla, seguramente conocemos gentes ariscas y en nuestros viajes hemos visto tierras duras, si alguna vez optamos por no cenar fue cuando no nos apetecía y disponemos de abrigo con una manta cuando sentimos frío, madrugamos si es necesario y no queda más remedio o nos levantamos tarde si nada nos lo impide pero en este reino de la oscuridad no cabe duda de que situaciones como esta necesitan de alguien que tenga el valor de sacarlas a la luz pública, para que puedan resolverse, espero que sea pronto porque todavía no sabemos qué depararán las horas venideras.
Con esta exposición nadie podrá contradecir al fotógrafo Albert Uriach cuando afirmó:

"UNA IMAGEN SENSIBILIZA, EMOCIONA Y HACE PENSAR".

2 comentarios:

  1. Tengo que decirte que se me ha puesto la carne de gallina mientras lo leía. Justamente el sabado cenando pollo, le decía a mi marido "Qué injusta es la vida, nosotros no nos lo podemos acabar y otros jamás lo comerán"

    ResponderEliminar
  2. Así es Paca, la vida no es justa aunque lo deseemos. En cada ciudad del mundo, hemos visto en mayor o menor medida, zonas de pobreza y zonas que rebosan riqueza.
    El compartir supone una relación de igual a igual que nunca crea dependencia. Esto es verdad tanto en individuos como entre los Estados.
    Hay muchas cosas difíciles de digerir.....

    ResponderEliminar