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sábado, 15 de mayo de 2010

UN LIBRO: VIDAS ROTAS



“la palabra no puede explicar lo que significa una vida rota por el fanatismo, el dolor provocado por la irracionalidad”. Francisco Pina. Presidente de las Cortes de Aragón.

El problema más grave de la democracia ha sido el terrorismo, un fenómeno de nuestro país cuyo único objetivo es “deshumanizar” por lo que era necesario hacer frente con este libro, el cual permite poner cara, nombre y voz a los que lo sufrieron.
Cada año la fundación Manuel Jiménez Abad premia un trabajo de investigación con el que quiere honrar su memoria y la de las víctimas del terrorismo en Aragón.
El libro “Vidas rotas” de la editorial Espasa fue presentado la semana pasada como “memorial en papel” en recuerdo de las 857 víctimas mortales de la organización terrorista ETA, desde hace 50 años; escrito por Rogelio Alonso, Marcos García y Florencio Domínguez, los autores de las 1300 páginas. En él se habla de niños, de adultos, hombres y mujeres, de civiles y de militares, políticos, alcaldes, concejales, militantes de un partido u otro, empresarios, chóferes, ex miembros de la banda, taxistas, conserjes, policías, camareros, fotógrafos, comisarios, inspectores, guardas forestales, hosteleros, soldadores, panaderos, mecánicos, chapistas, trabajadores portuarios, profesores, empleados de telefónica, ciudadanos de a pie, jubilados o en activo, de cualquier ideología política, con uniforme o de paisano, al fin, todos humanos, personas que no han sido olvidadas por los seres más cercanos pero quizás desconocemos muchas cosas, como miembros de la sociedad nos falta un recordatorio individualizado.
En el libro, trabajo de investigación de seis años se nos cuenta quién fue la primera víctima: Begoña Urroz, de Lasarte, un bebé de 2 meses, leeremos las condenas que fueron impuestas, las identidades de los terroristas y los testimonios de familiares pero a esto habría que sumar los miles de heridos, que siguen con su “día después” con el dolor a cuestas, también los que sufren acoso y amenaza terrorista y los que no nacieron debido al asesinato de sus madres.

Lo único que puedo añadir sobre la violencia es la necesidad de demostrar a los niños sus efectos negativos como infracción a las reglas de convivencia o como la forma más grave de resolver conflictos que no sólo impide el desarrollo humano sino que afecta a todos los individuos de la sociedad incluso a los que son espectadores del fenómeno, los jóvenes deben saber que los encantos de la calle también tienen peligro cuando los grupos de amigos desarrollan conductas antisociales y violentas.
Recuerdo que cada vez que lo veía en su silla de ruedas algo se me removía por dentro sin poder explicar por qué me costaba tanto esfuerzo tratarlo con naturalidad, él sabe que yo lo sé, que fue víctima del terrorismo pero nunca hemos hablado de ello.
Él y su mujer eran lo que se dice una pareja ideal, lo tenían todo, juventud, belleza, inteligencia, casa, trabajo, proyectos, alegría e hijos por venir.
Ahora sólo hay media sonrisa, a eso se sumó la pérdida del hijo que esperaban y graves secuelas de aquel accidente tan poco accidental.
Hoy hablo de él y lo hago sin revelar su identidad aunque una de sus cartas salió a la luz en la prensa y se hizo pública lo mismo que su fotografía en la primera portada, aquella que me sorprendió tanto por haber creído que su incapacidad se debía a una enfermedad natural, ahora salía a la luz en esas ocasiones en las que las víctimas reciben algún homenaje que a buen seguro algunos de los afectados hubieran deseado que fuera póstumo porque la vida después de ese día ya no es lo mismo, es como el título del libro, una vida rota. Mientras esperamos el razonamiento, la mente abierta, la esperanza de que exista alguna manera de curar la más grande de las enfermedades: el odio. Quizás lo que falta en estos momentos es un nuevo libro sobre los que sufrieron atentados y no murieron porque todos lo sabemos, no hay peor muerte que la de estar muerto en vida.

2 comentarios:

  1. Algún día acabarán con ellos.
    No cabe en un país como el nuestro. Y esas vidas rotas, deberán tratar de olvidar y recomponer sus pedazos.
    Un abrazo amiga.

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  2. Los que viven llevan su cruz muy dignamente pero no es posible olvidar, nadie puede devolverles la fuerza de sus piernas para caminar ni a los muertos les devuelven un abrazo a los hijos que quedaron huérfanos.
    Un libro que sobrecoge con honda emoción y en el que se narra la indecencia humana en su más grande expresión.
    Abrazos Emilio.

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