Ayer, mi amigo Julio Marín Álvarez, amigo no virtual, perteneciente a la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza, me animó con la posibilidad de hablar del tema que da título a esta entrada, cediéndome como acompañamiento, las fotografías realizadas por él hace escasamente un mes. El post de hoy es un trabajo conjunto entre ambos, las fotos como podéis ver son excelentes (recomiendo ampliarlas) y parte del texto lo he sacado de un libro de primer año de carrera "modelos de acción social a través de la historia" (la caridad en los orígenes de la asistencia social), el resto de información la he obtenido de las noticias en la prensa sobre este evento.
Cuando me lo propuso inmediatamente acepté ya que él recientemente asistió a esta recreación en la
que se repartía la sopa boba de la misma forma y en el mismo lugar en que se
hacía antaño en La Caridad (Calle de Moret), en Zaragoza, un evento que no dejó
indiferente a los que a ella acudieron. Curiosos y participantes que
vinieron a recordar, a través de esta simulación, la difícil situación
por la que atraviesa gran parte de la ciudadanía, esta vez sin teatralizar. Este acto, celebrado en esta ocasión por primera vez, no sirve únicamente
para hablar de historia sino para hablar del presente, una iniciativa del
pasado que invita a la reflexión y ayuda a entender cómo se siente un ser
humano ante una situación de empobrecimiento acelerado como la de hoy en día, con retroceso en políticas sociales y un recorte elevado respecto a dos años atrás. Hoy las palabras son crisis, necesidad y se habla de actuar para no retroceder.
La sopa boba repartida por la beneficencia, también llamada bodrio, palabra que significa algo de mal gusto, no era otra cosa que las sobras y restos no consumidos por comensales del menú diario de un convento, posada o taberna y por consiguiente, falto de nutrientes, el cual se distribuía entre aquellos que no tenían nada que llevarse a la boca, era un plato ligero, fácil de preparar y sobre todo económico ya que sus ingredientes eran agua, pan y algún vegetal. Indigentes y menesterosos no pagaban nada por ella.
Se dice "comer a la sopa boba" cuando la persona quiere vivir a cuenta de otro, esta frase tan conocida suele referirse a personas vagas, holgazanas o perezosas, que quieren vivir sin hacer nada. Se ha generalizado mucho el uso de esta expresión para casos no tan radicales pero sí con cierto abuso de la generosidad ajena, buscando la forma de vivir de absoluta holganza e incluso parasitismo.
La sopa boba repartida por la beneficencia, también llamada bodrio, palabra que significa algo de mal gusto, no era otra cosa que las sobras y restos no consumidos por comensales del menú diario de un convento, posada o taberna y por consiguiente, falto de nutrientes, el cual se distribuía entre aquellos que no tenían nada que llevarse a la boca, era un plato ligero, fácil de preparar y sobre todo económico ya que sus ingredientes eran agua, pan y algún vegetal. Indigentes y menesterosos no pagaban nada por ella.
Se dice "comer a la sopa boba" cuando la persona quiere vivir a cuenta de otro, esta frase tan conocida suele referirse a personas vagas, holgazanas o perezosas, que quieren vivir sin hacer nada. Se ha generalizado mucho el uso de esta expresión para casos no tan radicales pero sí con cierto abuso de la generosidad ajena, buscando la forma de vivir de absoluta holganza e incluso parasitismo.
El reparto de la "sopa boba" a partir del siglo XVI para pobres a las puertas de los conventos urbanos, fue una práctica tradicional de las órdenes monásticas mendicantes desde la Edad Media hasta la Desamortización de Mendizábal, sustituidas luego, hasta la última posguerra, por los cuarteles militares. Un origen similar tienen las expresiones con la palabra "mogollón", comida que se daba a los caballeros pobres que acudían a la comida gratuita a la que tenían derecho en los comedores e las órdenes militares.
La pobreza puede ser agravada por guerras, muertes, enfermedades, viudeces, sequías, inundaciones, malas añadas que amenazan a la población más débil, el "pueblo menudo", basta una mala cosecha para desestabilizar el equilibrio entre la tierra y el hombre que vive en ella. Por eso las crisis alimenticias coinciden con una desmesurada aparición de mendigos en las ciudades más ricas, por otra parte, las deficiencias en los cuidados higiénicos y la falta de una dieta equilibrada conducen fácilmente a la enfermedad.
A lo largo de los siglos medievales, pobreza y riqueza no son nociones antagónicas, sino complementarias. La caridad es moralmente tranquilizadora para las clases acomodadas bajo la frase "la fe con obras salva", por tanto, la pobreza era una gracia divina que permite merced al poder purificador de la limosna, que el rico se salve. El pordiosero se transformó a los ojos de la sociedad en un potencial peligroso, transmisor de enfermedades y epidemias, se percibe como un ser dañino para el bien público, como una presencia molesta.
" pobre es aquel que de manera permanente o temporal, se encuentra en una situación de debilidad, de dependencia, de humillación, caracterizada por estar privado de los medios, variables según las épocas y las sociedades, de potencia y de consideración social: dinero, relaciones, influencia, poder, ciencia, cualificación técnica, honorabilidad del nacimiento, vigor físico, capacidad intelectual, libertad y dignidad personales, incluyendo a aquellos que practican la pobreza de forma voluntaria de acuerdo a un ideal ascético, desprendiéndose de sus bienes materiales. Viviendo al día no tiene ninguna posibilidad de levantarse sin la ayuda ajena.
El mendigo es una figura presente en las ciudades y pueblos europeos. Hubo reformas que prohibieron mendigar en público con represión para los vagabundos. Es abundante la iconografía de El Bosco, Brueghel "El Viejo", Ribera, etc.
El refranero y la literatura nos hablan del arte de la mendicidad. Los mendigos inventaron técnicas para despertar los sentimientos de los posibles donantes. Para suscitar piedad expusieron los achaques, deformaciones físicas, a veces exagerados o inventados, simularon ceguera o cojera, gimieron mostrando llagas o exhibiendo una criatura medio desnuda alquilada. En la novela picaresca, el engaño acompañaba la profesión del mendicante.
Como podemos ver en las fotos los participantes llevaban el
vestuario de la época, circularon coches antiguos por la zona y se entregó “El
Noticiero”, un periódico que se editaba hace casi un siglo, en él había
noticias de la situación de empobrecimiento por la que atraviesa Aragón y el
deterioro de las ayudas sociales. Como
fidelidad histórica se trató de inspirar esta recreación sin la participación
de mendigos, pues no se trataba exclusivamente de pobres sino de gente sin
recursos por lo que se pidió que quien deseara asistir disfrazado, lo hiciera con la estética de aquellos años.
Las mujeres sobre todo viudas, los enfermos, los leprosos, los huérfanos, los viejos y niños, todos eran denominados "pobres de solemnidad", también estaban los "pobres laboriosos" que aunque trabajando, su trabajo no les permitía asegurar la subsistencia y por último los "pobres vergonzantes", aquellos que habiendo poseído bienes los habían perdido, avergonzados de su situación tratan de ocultarla, disimulan y la esconden bajo apariencia de honorabilidad pero sus costumbres y mentalidad les alejan del mundo de los pobres. Este sector recibió ayuda silenciosa y fue uno de los más atendidos.
Hombres y mujeres hacían cola por separado, llevaban un
recipiente, lechera, cueceleches, cuenco, plato y cuchara y una caritativa dama
o monja sirve el plato de sopa y un mendrugo de pan duro, se exige decencia en
el vestir, pobres pero decentes. Las
mujeres no llevaban pantalones, ni colores llamativos ni prendas ajustadas, la
falda por debajo de la rodilla y el pelo recogido, los hombres con chaqueta y
camisa abotonada hasta el último botón.
Así fueron desfilando un centenar de voluntarios y ciudadanos, coches de
época, caritativas mujeres con dinero que iban a hacer una buena obra,
religiosas de la fundación repartiendo la sopa caliente y un mendrugo de pan
duro, policías encargados de mantener el orden, niños vendiendo el noticiero y
por supuesto los que eran los protagonistas, padres y madres de familia.
Esta foto se podría titular: El rico Epulón y el pobre Lázaro.
Se dio, en algunos casos, la paradoja de considerar al pobre como el verdadero rico ya que, supuestamente, gozaba de la riqueza espiritual. Elogio de la misericordia era un deber que debía cumplir el rico y que se materializó en la limosna. La limosna verdadera es, por naturaleza, libre, desinteresada, habitual aunque hubo épocas de donativos obligatorios y colectas.
Julio y yo os damos las gracias por venir y comentar. La organización del acto me consta que también agradece la difusión de su trabajo.
Quien lo desee puede ver las más de un centenar de fotografías, pinchando en la siguiente dirección:
fotos sopa boba en el blog de Julio Marín